Nike FC, un golpe de estado
A principios de los 90, Nike envió a Europa a un grupo de diseñadores con un único objetivo: conquistar el fútbol europeo. Con ellos llegarían los colores flúor del Borussia Dortmund, las Nike Tiempo, los rayos en segundo plano sobre la camiseta del Arsenal y un contrato de 160 millones de dólares y diez años con la selección brasileña. Es esta la historia del grupo de advenedizos que destronó a Adidas mientras hacía desaparecer 100 años de tradición estética
Daniel González
La mañana del 1 de junio de 2018, miles de personas dormían frente a las tiendas de Nike de las principales ciudades del mundo. “Fue una sorpresa. Llegué a pensar que había un lanzamiento de Air Jordan y que no me había enterado”, recordaba en The Sun una de las empleadas de la ‘flagship-store’ de la marca en Londres. Cuando ese día bajaron las persianas, Nike había vendido tres millones de unidades de la camiseta con la que Nigeria jugaría el Mundial de Rusia un mes después. Un equipo africano sin mercado, sin victorias, sin tradición y sin estrellas mundiales protagonizaba uno de los mayores golpes de efecto de la historia de la firma.
Dice Pete Hoppins, director de Diseño de Nike FC, que su concepción fue la más sencilla de todos los modelos que prepararon para aquel Campeonato del Mundo. Que trabajar con Inglaterra y Brasil, y con sus tradiciones añadidas, es un dolor de cabeza para cualquier diseñador (“sólo puedes entregar algo amarillo o blanco; si no, te disparan”) y que la apuesta por Nigeria fue una decisión absolutamente consciente, aunque con un desenlace inesperado. “El proceso comenzó tres años antes del Mundial. Matt Wolf, uno de nuestros diseñadores, se inspiró en la camiseta de 1994, que fuimos modificando hasta que encontramos exactamente lo que buscábamos. El siguiente movimiento era hablar con la Federación de Nigeria, el cliente final, pero siempre tuvimos la confianza de que aceptarían. La relación era buena y habíamos seguido a muchos de sus jugadores desde que eran muy jóvenes”, decía Hoppins, henchido de orgullo, en The Fader. No era para menos. Tras cuatro décadas de expansión y crecimiento continuos en una industria que siempre dudó de sus intenciones, aquella camiseta de Nigeria no sólo provocó un golpe de estado definitivo a casi un siglo de statu-quo futbolístico, sino que había logrado trascender el deporte para convertirse en un símbolo de la cultura callejera.
El estudio de Frankfurt
La historia de ese éxito, un hito para la división futbolística de la compañía, no puede entenderse sin la figura de Drake Ramberg, hoy una leyenda en Nike. A principios de los 90, y tras haber diseñado algunos logos históricos de la firma, Nike envió a Ramberg a sus oficinas de Frankfurt con una misión: conquistar el fútbol europeo. “Empezamos de cero. Recuerdo comprar las impresoras y las cámaras de fotos para el estudio. No teníamos nada. Además, me encargaron los diseños del PSG, el Olympique Lyonnais y el Borussia Dortmund para esa misma temporada. Fue una locura”, decía en Kicks on the Pitch.
La experiencia, a la postre seminal para la cultura futbolística, concluiría con algunos de los diseños más icónicos de la década de los 90. Los colores flúor del Dortmund, las gruesas rayas verticales del PSG, las alas de las águilas nigerianas (base de su exitoso kit para Rusia 2018) y los rayos en segundo plano sobre la camiseta del Arsenal surgieron de aquel pequeño estudio de Frankfurt, que incluso llegó a participar en el proceso creativo del spot en el que Eric Cantona mataba vampiros a balonazos en el Coliseo de Roma.
“Jamás entenderemos el mundo del fútbol hasta que lo veamos con los ojos de los brasileños”, repetía a sus colaboradores más cercanos Phil Knight, CEO de Nike. Dicho y hecho. Sólo dos días después de la victoria de Brasil sobre Italia en el Rose Bowl de Los Ángeles, Knight levantaba el teléfono para hacer una oferta a la Confederación Brasileña de Fútbol que acabaría por concretarse un año después. 160 millones de dólares en diez años fueron suficientes para que Nike, ahora sí, ocupara el trono del fútbol mundial, del que ya nunca se bajaría.
Empezaba entonces una carrera entre dos de las marcas más poderosas, ricas e influyentes de la historia de la moda. Punk rock y música clásica. Cristiano y Messi. La exuberancia de Nike y la austeridad de Adidas, la gran perdedora de una guerra sin armisticio que se prolonga desde 1994, el último Mundial sin presencia de la firma estadounidense. Cinco torneos después, en Rusia, Nike vestiría a más selecciones que Adidas por primera vez en la historia.
Según GlobalData, hoy ambas marcas representan el 75 por ciento de todas las ventas de productos futbolísticos, aunque con matices. “Nike es el líder absoluto del mercado, tanto en volumen como en gasto de marca, que el año pasado se incrementó un 4 por ciento más que en Adidas, su gran rival. Aunque el número de contratos de Nike ha disminuido (suma cuatro menos en comparación con la temporada 2019-2020), también han logrado firmar con el Liverpool el acuerdo de más alto nivel de los últimos años”, señalaba la consultora en su reporte ‘Kit Suppliers 2020-21’.
Jordan x PSG
Raperos, traperos, deportistas, actores, modelos, jugadores de la NFL y reggaetoneros. Todos, sin excepción, han mostrado alguna vez en público en los últimos dos años prendas de la colección urbana que acompañaba a la ya mítica camiseta que Nigeria vistió en 2018. Nike era el rey de Instagram, cierto, pero Phil Knight quería asientos de front-row en Paris Fashion Week.
Julio de 2018, AccorHotels Arena, París. Justin Timberlake sube al escenario vistiendo un abrigo de la colección inédita Jordan x PSG y unas Jordan 5 en las que el habitual ‘jumpman’ había sido sustituido por una Torre Eiffel. Unos días después, Travis Scott aparecía en un festival del norte de Francia con una camiseta de baloncesto de PSG x Air Jordan. La estrategia de comunicación convirtió la fecha de lanzamiento de la colección en uno de los eventos del año en París. De repente, ‘trendsetters’ e ‘influencers’ procedentes de todo el planeta peleaban en las redes sociales por hacerse con un producto de un club de fútbol que ni siquiera era un producto de un club de fútbol. El PSG y Nike se habían pasado el juego.
“El proyecto no es sólo crear un equipo ganador, sino también una marca de estilo de vida global. Por ese motivo cubrimos mercados muy alejados de los que suelen cubrir los clubes de fútbol. Lucir un producto Jordan x PSG es un valor agregado, una pieza aspiracional”, explicaba Fabien Allegre, gerente de Diversificación y Marca del PSG, a Bleacher Report. Por el momento, la estrategia parece funcionar. Entre 2018 y 2020, Beyoncé, Jay-Z, Rihanna, Kendall Jenner, Lenny Kravitz y Naomi Campbell, entre muchas otras celebridades, vieron algún partido del PSG desde el palco del Parque de los Príncipes. Quizá porque Nike ya no competía con Adidas, sino con Dior, Gucci y Balenciaga.